martes, 3 de noviembre de 2009

COMPLEJOS SEXUALES.

COMPLEJOS SEXUALES.

Los complejos son actitudes psicológicas derivadas de experiencias vividas en la infancia y que han dejado una huella inconsciente, que propician comportamientos inadecuados en lo sexual o en lo emocional. Dentro de la teoría psicoanalítica los complejos más reconocidos son el de Edipo y el de castración, sin ser los únicos, pero si los que más se han estudiado por las repercusiones en la vida sexual y amorosa de hombres y mujeres. Una persona que vive con complejos sexuales no se desarrolla satisfactoriamente en ningún campo de su vida, por lo que requiere de un proceso psicoterapéutico para poder romper con dichas ataduras.

El complejo de Edipo fue postulado por Freud para explicar que todos los niños y las niñas, de entre los tres y los cinco años de edad, pasan por una serie de experiencias amorosas y sexuales que giran alrededor de sus padres. El varoncito desea poseer sexualmente a su madre y eliminar a su padre, tal como sucede en la saga griega que da su nombre a dicho complejo, en tanto que las niñas desean al padre y rivalizan con su madre. Si el desarrollo es sano, al término de los cinco años, cada niño se identificará con el padre de su mismo sexo y dejará de desear al de sexo contrario. Para ello será necesario que ambos padres actúen con firmeza y con afecto para prohibirles la relación incestuosa. Cuando una persona se ha quedado fijada en esta etapa de su vida, se habla de que tiene el complejo de Edipo sin resolver y correrá el riesgo de establecer relaciones amorosas con otras personas confundiéndolas con sus propios padres. El hombre tendrá problemas para relacionarse con su mujer si la ve como si fuera su madre, pues no disfrutará del sexo cabalmente porque a nivel inconsciente estará creyendo que se acuesta con su madre, o usará el Edipo para evitar tener relacione sexuales con su pareja formal.

El complejo de castración tiene que ver con los miedos que los niños tienen a que sus padres les corten el pene durante el periodo del Edipo, en el que suelen masturbarse fantaseando con su propia madre. El miedo al castigo por sus deseos sexuales y agresivos, los lleva a creer que si son descubiertos el padre los castrara. Este temor los puede llevar a tener inhibiciones sexuales tales como la eyaculación precoz, que los hace terminar muy rápido por el temor a ser dañados en el interior de la vagina, a sufrir de impotencia sexual por creer que serán castigados por alguien, tal como sentían en la infancia o simplemente evitarán tener sexo con su esposa cuando ésta se haya convertido en madre, porque al asociarla con la maternidad, la relacionan con su propia madre y temen un fuerte castigo si tienen sexo con ella. A nivel inconsciente prefieren no exponer su sagrado miembro y no logran la erección, aunque conscientemente la desean.

Otro tipo de complejos sexuales está relacionado con el tamaño y la forma del pene. Algunos hombres creen que su pene es muy pequeño o que esta deforme o chueco y que no serán capaces de complacer a la mujer, por lo que manifiestan conductas anormales en su sexualidad. En el caso de las mujeres, lo más común es que crean que su vulva es fea y se nieguen a ser vistas por su pareja, lo que provoca inhibiciones en su deseo y excitación, creando situaciones de molestia que pueden afectar seriamente su desempeño sexual. En otras ocasiones se escudan en la idea de que sus senos, vientre o nalgas no son atractivas y se oponen a ser vistas a la luz por su pareja masculina, mermando la capacidad de goce de ambos. Tanto los hombres como las mujeres pueden llegar a disminuir su actividad sexual si creen que su cuerpo no es tan atractivo como quisieran a la vista del otro (a). Sobre todo cuando existe un sobrepeso importante, muchas parejas dejan el sexo en segundo o tercer término en sus relaciones amorosas, por la inhibición que les provoca su exceso de grasa que los hacer verse menos sexys.

Otros complejos tienen que ver con la forma, lugar, cantidad y calidad de las relaciones sexuales. Hay quienes se sienten acomplejados (as) al grado de no permitirse variaciones en sus relaciones sexuales. Establecen lugares, tiempos y formas muy específicas para el desahogo del sexo sin darse la oportunidad de disfrutarlas cabalmente. Los complejos de inferioridad o de superioridad, también afectan negativamente el desempeño la capacidad de goce sexual.

La mejor manera de disfrutar plenamente de la sexualidad es sin este tipo de complejos y en caso de tenerlos, lo recomendable es buscar ayuda profesional para eliminarlos del camino.

PERSONALIDAD Y SEXO.

PERSONALIDAD Y SEXO.

La personalidad es el conjunto de rasgos físicos, psicológicos y sociales que distinguen a una persona de otra, haciéndola única. Para Allport la personalidad “es la organización dinámica de los sistemas psicofísicos que determina una forma de pensar y de actuar, única en cada sujeto en su proceso de adaptación al medio”. Tomando como base estas definiciones es de entender que el sexo forma parte de la personalidad de cualquier individuo, comenzando por definirlo como mujer u hombre; lo cual influirá en el desempeño de su sexualidad: cómo piensa respecto de sí mismo y del sexo opuesto, cómo actúa en relación con el sexo contrario y cómo se adapta al medio físico y social para establecer relaciones sexuales, depende de la personalidad de cada quien, por eso el sexo y la personalidad van de la mano.

Las clasificaciones de personalidad que el hombre ha realizado a lo largo de la historia son muchas y muy variadas, desde los griegos que hablaban del temperamento colérico, sanguíneo, flemático melancólico, hasta los psicoanalistas que hablan de la estructura de la personalidad formada por las instancias del ello, el yo y el superyó. Los libros de psicología describen distintos tipos de personalidad según los autores y escuelas teóricas. El manual de diagnóstico de enfermedades mentales de los Estados Unidos (DSMIV) se refiere a diferentes alteraciones de la personalidad, citando personalidades antisociales, narcisistas, obsesivo compulsivas, histriónicas, fronterizas, paranoides, esquizotípicas, por evitación y por dependencia. Desde la perspectiva psicoanalítica se puede hablar de personalidades neuróticas, histéricas, narcisistas, fronterizas, infantiles, pasivas, agresivas, dependientes, obsesivas, dominantes, antisociales, psicóticas, impulsivos, esquizoides, por mencionar algunas. Para determinar el tipo de personalidad que posee una persona es necesario realizar una serie de entrevistas clínicas a cargo de un profesional y aplicar pruebas psicológicas validas y confiables.

La sexualidad humana se ejercita conforme a la personalidad de cada individuo. Quien posee una personalidad infantil experimentará una sexualidad dependiente, oral y voraz. Esperara que su pareja se haga cargo de sus necesidades sin dar nada a cambio. Será una persona demandante y exigente, como un bebé hambriento, sin capacidad de agradecer lo recibido. En cambio, una personalidad dominante, se encargará de complacer a su pareja, tomará la iniciativa y dirigirá los movimientos. Exigirá que su pareja obedezca sus órdenes y pedirá ser complacido, aunque también tratará de complacer a su pareja, pero sin tomarla mucho en cuenta. El que posea una personalidad agresiva será violento en el sexo y tratará de hacer sufrir a su partenaire. No le importará el bienestar del otro (a) sino el desahogo de su sexualidad contaminada de agresión. Son los típicos sujetos que llegan a maltratar y a lastimar a su pareja en la relación sexual. Las personalidades dependientes esperan que el otro (a) tome la iniciativa y decida cómo y cuándo tener relaciones sexuales. Dependen de los suministros sexuales y afectivos que les den para poder sentirse bien, pero son incapaces de hacer cualquier cosa para lograrlo. Dependen de la iniciativa del otro (a). Algunas personalidades dependientes no pueden tener relaciones sexuales si no hay alcohol, drogas o películas pornográficas de por medio. Dependen de dichos estímulos para poder disfrutar de su sexualidad.

Por su parte las personalidades histriónicas suelen aparentar que son muy sexosas y/o fogosas, pero en realidad son inhibidas y no logran disfrutar plenamente de las relaciones. Difícilmente alcanzan el orgasmo y sus eyaculaciones no son muy placenteras. Disfrutan más del juego previo que de la relación sexual en sí misma, pues sus fijaciones corresponden a un periodo edípico, anterior a los tres años de edad. Popularmente se les conoce como aquellas (os) que calientan el boiler pero no se bañan. Las personalidades esquizotípicas tienen dificultades para integrar el afecto y el sexo. Pueden tener relacione sexuales siempre y cuando no sientan nada afectivo. En sus relaciones de pareja suelen ser fríos y distantes. El sexo lo tienen como un compromiso pero no se entregan amorosamente pues sus defensas no se los permiten. Los obsesivos tienen que realizar una serie de rituales previos a la relación sexual para manejar sus ansiedades, tal como le sucedía al personaje de la película “Mejor imposible”. Son muy metódicos en sus relaciones y se les dificulta dejarse llevar por la pasión y los juegos sexuales. Sienten que tienen que tener bajo control sus impulsos sexuales y se preocupan mucho por la higiene y el orden. En cambio las personalidades impulsivas son todo lo contrario. Se dejan llevar por el deseo del momento y no les importa si el otro (a) desea o no las relaciones, se arriesgan a tener sexo en lugares peligrosos o a la vista de los demás. Ellos desean darle salida a sus impulsos en el momento que éstos surgen y no tienen tolerancia a la frustración ni capacidad de espera.

Las personalidades psicóticas mezclan sus alucinaciones y delirios con sus relaciones sexuales y llegan a tener experiencias de irrealidad. En algunas ocasiones se desorganizan al grado de experimentar angustias muy fuertes o a tener relaciones sexuales muy atípicas: con animales, con muertos, con objetos, etcétera. Por su lado, las personalidades más equilibradas y maduras, saben tomar en cuenta a su pareja e integrar los deseos de ambos en su relación sexual para resultar ganadores ambos en la experiencia libidinalmente amorosa. Se toman en cuanta y se participan sus deseos, fantasías y frustraciones con el ánimo de mejorar su convivencia sexual. Dialogan sobre sus gustos y disgustos, respetándose las diferencias, tiempos y preferencias de posiciones, juegos y frecuencia sexual. La personalidad influye sobre la sexualidad y ésta sobre la primera en un círculo que puede ser virtuoso o vicioso, para bien o para mal de la pareja y de su sexualidad.