miércoles, 21 de julio de 2010

Los sueños eróticos.

Guadalajara, Jal. 12 de enero de 2009.

La sexualidad humana tiene múltiples canales de expresión y medios de satisfacción. Los sueños eróticos son una de las formas en las que la mayoría de las personas logran obtener placer sexual sin arriesgarse al rechazo, a la pena o la vergüenza, a un embarazo no deseado o a una enfermedad de transmisión sexual. Desde los niños hasta los ancianos, los sueños eróticos son una fuente de placer inagotable que puede enriquecer la vida sexual de cualquier persona, siempre y cuando la culpa y la represión extrema no lo impidan. El erotismo onírico es una manifestación de los deseos sexuales que no han podido satisfacerse en la vida cotidiana y en ocasiones causan sorpresa, temor o culpa, aunque en muchas otras dejan un buen sabor de boca y el deseo de que el sueño se convierta en realidad.
Los sueños son la expresión de los deseos que por distintas razones no han podido ser realizados en la vida despierta. Durante el dormir el inconsciente aflora y mediante la escenificación visual, los deseos se satisfacen. En algunos casos la complacencia es mucho mayor en los sueños de lo que en la realidad hubiera sido posible, pues en el sueño el inconsciente no encuentra tanta resistencia ni censura como sucede en la vida real. Por otra parte, el deseo erótico se las ingenia para burlar las reglas y normas del superyó que intenta prohibir la manifestación y satisfacción de los deseos sexuales. En el caso de los niños y de las personas que viven con menos represiones y culpas internas, los sueños eróticos son más expresivos, placenteros y explícitos. Las personas que se sienten reprimidas hasta en el sueño, no se permiten este tipo de placeres y si los llegan a tener los transforman en pesadillas, los olvidan antes de despertarse o simplemente los niegan. Sin embargo, los sueños eróticos son parte de la naturaleza de todos los seres humanos y éstos suelen surgir con mayor frecuencia e intensidad en periodos de abstinencia forzosa, como es el caso de los adolescentes sin novia o novio, quienes están impedidos de tener una relación de pareja: seminaristas, presos, enfermos, o que por su trabajo están alejados de su pareja formal, como los emigrados, las esposas de éstos, en el post parto, etcétera.
Mediante los sueños eróticos, las personas pueden darle salida a sus necesidades sexuales que por diversas circunstancias no son satisfechas mientras están despiertas, es por eso que las personas que se sienten frustradas en su vida amorosa, recurren con mayor frecuencia a la realización de sus deseos vía el sueño erótico, aunque no siempre son capaces de reconocer que solamente así logran algo de satisfacción. Cuando el soñante no teme reconocer sus deseos sexuales, los disfruta y al analizarlos cuenta con la posibilidad de conocerse mejor a sí mismo, pues comprende que en su inconsciente existen deseos que antes ignoraba y que ahora, mediante sus sueños eróticos, puede descubrir. El erotismo onírico expresa deseos que muchas veces no se reconocen en la vida despierta, pero que son parte de la personalidad del soñante. En estos casos se encuentran los sueños de tipo homosexual en una persona heterosexual, los sueños incestuosos, los sueños de sometimiento a la pareja o frente a ésta. También están los sueños de grandeza erótica, consistentes en que el soñante se ve teniendo sexo con personas que en su vida real son inalcanzables, o con experiencias sexuales fuera de serie, como verse con un pene grandioso, eyaculaciones copiosas, mucho tiempo en la relación sexual, con varias parejas a la vez, con orgasmos interminables, con un cuerpo de ensueño o con la persona deseada pero que es la pareja de un familiar cercano o de una amistad estrecha. Es frecuente que los hombres suelan soñar con sus cuñadas, con la pareja de su jefe, como un desplazamiento del deseo edípico de la infancia cuando se deseaba a la madre y se rivalizaba con el padre. Las mujeres tienden a ser más románticas en sus sueños eróticos pero también se excitan y tienen orgasmos dormidas, similares a las poluciones nocturnas masculinas. Muchas féminas amanecen mojadas por la lubricación que el sueño erótico les provoco y en no pocas ocasiones las manifestaciones corporales del orgasmo son tan fuertes que despiertan al soñante, quien descubre que estaba teniendo un sueño erótico. Las perversiones también aprovechan el mecanismo del sueño para burlar la censura y surgen los sueños con animales o en situaciones peculiares de sado masoquismo, fetichismo, exhibicionismo o juegos eróticos especiales.
Sigmund Freud, planteo que los sueños eran los guardianes del dormir y que también eran la manifestación de los deseos que no se habían realizado durante el día, por lo que a través de ellos se podía conocer mejor a las personas, pues mediante sus sueños se accedía al inconsciente. Al conocer los sueños eróticos de alguien, se podrá saber más a fondo de sus deseos sexuales y su manera de vivir la sexualidad. Todo mundo tiene sueños eróticos, al igual que deseos y fantasías que nunca se satisfacen en la vida cotidiana. La experiencia del sueño erótico puede ser muy placentera o muy angustiante, dependiendo del superyó del soñante, quien juzga lo bueno o malo del mismo. Por otra parte, los sueños eróticos son parte de la vida cotidiana de las personas y en la medida en que se les acepte e interprete como parte de uno mismo, se enriquecerá el bagaje erótico personal y conyugal si se comparten con la pareja y ésta los entiende como parte de los deseos sexuales de su partenaire. Contarle los sueños eróticos a la pareja puede ser una buena manera de enriquecer la vida sexual de ambos, siempre y cuando exista confianza, buena comunicación y el lazo amoroso sea sólido, además de que se entienda que los sueños eróticos son parte de los deseos del soñante y que algunos se podrán hacer realidad, mientras que otros seguirán sin realizarse, formando parte del inconsciente.

Marco Antonio Pérez Mora es psicoanalista y psicoterapeuta de Parejas. E Mail dr_perezmora@yahoo.com

COMPARTIENDO FANTASÍAS.

Guadalajara, Jal. 23 de Octubre de 2007.

Ellos sueñan con ellas y ellas sueñan con él. Las fantasías sexuales son diferentes entre ambos sexos. Ellas son más enamoradizas, requieren de sentirse queridas y deseadas para disfrutar de un sexo mejor. Ellos se sienten bien con el desahogo, aunque si se sienten deseados su placer también aumenta. Ellos sueñan con un harem, ellas con un sultán. Los contrastes en los sueños y fantasías sexuales tienen que ver con las diferencias genéricas y la distinta educación sexual. La cultura siempre ha sido más permisiva con los deseos masculinos y más represiva con el erotismo femenino. Sin embargo las fantasías son parte del encanto de la relación sexual y cuando se comparten sin temores, falsos prejuicios o inhibiciones, la experiencia sexual de la pareja se enriquece.
A la mayoría de las personas se les ha educado en la consigna de que no se debe hablar del sexo, que esto es algo muy íntimo y personal, razón por la que no se comparten los deseos y fantasías con la pareja, limitándose de esta forma la posibilidad del placer compartido. Contarle las fantasías sexuales a la pareja no implica que éstas se realicen necesariamente. Al contrario, muchas veces este compartir propicia que disminuya el deseo de realizarlas, por el hecho de haberlas expresado. Simplemente se compartió la fantasía con la persona querida. Algunas parejas se sienten heridas porque su partenaire fantasea estar con alguien diferente, por querer compartirla (lo) con otro (a) o porque desea hacer cosas que él o ella no habían contemplado que alguien las pudiera realizar. La realidad es que todo el mundo tiene fantasías sexuales, el problema es que no las comparte por temor a la crítica o al rechazo.
Muchos hombres sueñan con hacer el amor con dos mujeres a la vez, algunas mujeres desean estar con dos varones al mismo tiempo. Un alto porcentaje de hombres anhelan tener sexo anal con su pareja, la mayoría de ellas se niega a esta idea por el temor al dolor, por prejuicios y por miedo al castigo divino. Muchas mujeres fantasean con experiencias sexuales románticas como una velada, un lugar especial, mientras que otras desean tener sexo en lugares peligrosos o públicos con la intención de hacer algo atrevido: en un elevador, en el baño de un avión, en un parque, en el auto en un estacionamiento público, etcétera. Los hombres fantasean con relaciones sexuales en las que duran mucho tiempo o en las que las mujeres admiran el tamaño de su pene y quedan muy satisfechas. Otros sueñan con relaciones sexuales con algún personaje de la familia: una prima, la cuñada, la tía o la comadre, porque esto les da un plus de excitación.
Cualquiera que sea la fantasía sexual, si existe suficiente confianza e intimidad emocional entre la pareja, se puede compartir, dialogar y acordar su realización, siempre que ambos estén de acuerdo y no haya reclamos posteriores. Para lograr esto es necesario que existe suficiente madurez emocional y que ambos estén conscientes de los riesgos y evalúen los pros y los contras de su realización. Si alguno no está de acuerdo en hacer algo debe existir la suficiente confianza para expresarlo y el otro deberá considerar los argumentos esgrimidos en contra de su propuesta. Si se comparten las fantasías es con la idea de mejorar la comprensión y el conocimiento mutuo, con la finalidad de enriquecer la vida sexual. Siempre que se realice alguna fantasía, es conveniente disponer de tiempo suficiente para dialogar cómo se sintió cada uno. En ocasiones el que la propuso es el menos satisfecho y quien acepto resulta que disfruto más. En otras situaciones, puede resultar afectada la relación amorosa. Si se habla de lo que cada uno experimento, podrán decidir si la repiten o la dejan de lado como una experiencia más.
En algunas fantasías sexuales se incluyen a terceros, como son los tríos o el intercambio de parejas, siempre habrá que utilizar protección para evitar cualquier susto; en otras sólo son situaciones especiales, como la inclusión de juguetes sexuales: dildos, consoladores, ropa sexy, cremas, lociones, etcétera. También se pueden proponer lugares especiales como la playa, el campo, un río, debajo de un puente, en un concierto, la sala de un cine, en el auto o en cualquier lugar que para la pareja resulte provocador y excitante. En estos casos se deben calcular los riesgos de ser descubiertos por la policía y tener que acudir a los separos o salir en el periódico.
Existen las fantasías sexuales en las que los personajes principales son la pareja misma; en éstas él o ella sueñan con hacer el amor de manera especial. Puede ser que anhelen un fin de semana para ellos solos, dedicados a complacerse mutuamente, que sueñen con relaciones muy placenteras e interminables, que alcancen más de un orgasmo en cada sesión coital, que experimenten diferentes posiciones y exploraciones corporales, etcétera.
Independientemente del tipo de fantasías, lo importante es la confianza que exista en la pareja para confiar uno en el otro y compartirlas. Cuando ambos se lo permiten, aumenta el lazo afectivo entre ellos, se sienten más comprometidos, mejora la confianza y se fortalece la intimidad. No todas las parejas tienen la capacidad de poder compartir sus fantasías sexuales, pero cuando lo hacen, mejora mucho la calidad de su vida sexual. También es importante reconocer que ambos sexos son diferentes y si fueran del mismo sexo, entender que son dos personas diferentes y que tendrán que dialogar para compartir sus fantasías sexuales, con el ánimo de mejorar su vínculo amoroso.

LAS FANTASIAS SEXUALES.

Guadalajara, Jal. 5 de junio de 2007

Todos los seres humanos tienen fantasías sexuales a lo largo de su vida. Desde el pequeño que fantasea con ser el galán de mamá y la niña que quiere ser la princesa de su papá, el adolescente que sueña con su maestra, con la mamá de su amiga o con una compañera que no le hace caso, hasta el adulto que en la relación sexual con su pareja se está imaginando miles de situaciones que le ayudan a incrementar su excitación y placer en la relación con ella. Las fantasías sexuales ayudan a contrarrestar la rutina que invade a las parejas con el paso del tiempo y a incrementar la pasión y el placer en su intercambio libidinal.
Existen personas que no se permiten tener fantasías sexuales porque se sienten culpables, se angustian por el contenido de las mismas o creen que son unos perversos por desear situaciones que los excitan. Es importante señalar que todo mundo desea tener algo más y diferente a lo que tiene a la mano, y que es normal y sano. Tanto los hombres como las mujeres fantasean con experiencias nuevas y más excitantes, lo cual no implica ser infiel a su pareja, ni es señal de insatisfacción conyugal. Las fantasías pueden ayudar a mejorar las relaciones con la pareja y pueden ser múltiples. Pueden ser con el partenaire o con otras personas, heterosexuales u homosexuales. En las fantasías sexuales no hay más límite que el de la propia imaginación y creatividad. Una persona puede recurrir a la fantasía para incrementar su excitación o para aguantar más tiempo el momento de la descarga eyaculatoria u orgásmica. Las fantasías le ayudarán a ser diferente en su interacción con la pareja, enriqueciendo su experiencia. Pueden ser individuales o compartidas.
Las fantasías individuales solo las conoce el autor y únicamente él o ella saben en lo que están pensando y lo que les excita más. Se pueden cambiar de acuerdo con las circunstancias y a la velocidad de la luz. Una persona puede estarse imaginando con una actriz o actor, con una amiga (o), ser un potente seductor, tener un cuerpo fabuloso, ser incansable en el sexo, ser súper deseado por su pareja y todo ello en una misma relación sexual. Al terminar se podrá quedar callado (a) y no compartir su fantasía con su pareja, sin que esto implique nada anormal. En cambio, las fantasías compartidas conllevan dialogarlas para llevarlas a cabo juntos. Tal es el caso de quien se imagina que hace el amor con su pareja y alguien los observa o está presente en la experiencia, o de quienes juegan a que uno de los dos es un determinado personaje, como es el caso en el que él juega el rol del alumno que es seducido por su maestra o su jefa laboral y ella, desempeña dicho rol. Esta fantasía, llevada a la realidad a través del juego de roles conlleva compartir con el otro (a) qué partes del juego son más excitantes y qué se espera que haga cada uno para que resulte realmente excitante y placentera.
En las fantasías individuales, cada participante se imagina las cosas como mejor le parecen y puede cambiar de una escena a otra sin tomar en cuenta al otro (a). De él o ella depende el flujo de ideas, imaginaciones, cuadros mentales, escenas o situaciones que más le complacen y las puede manejar a voluntad. Tienen la libertad de conservarlas en la intimidad o de compartirlas con su pareja.
Lo relevante de las fantasías sexuales, sean individuales o compartidas, es que contribuyan a incrementar el deseo, la excitación y el placer en la experiencia, de tal manera que fortalezcan el vínculo amoroso e inviten a repetir la experiencia libidinal. Es importante que la persona no se sienta culpable por lo que ha fantaseado y que entienda que aquello que se ha imaginado es algo agradable y que no le hace daño a nadie. Si alguna fantasía le resulta desagradable, tendrá que reprimirla para que no lo dañe haciéndolo sentirse malo por ello.
Cuando no se tienen a la mano una pareja o se tienen problemas con ella y no se puede llegar a tener sexo por tales dificultades, las fantasías son buenas opciones para practicar el auto erotismo. Incluso pueden ayudar a evitar las infidelidades, pues quien fantasea se excita y complace con la imaginación, sin tener que pasar a la acción. En algunos casos las fantasías pueden dar pie a que la pareja realice nuevas experiencias que enriquezcan su vida sexual. Como sería el caso en el que ambos planean irse de vacaciones a algún sitio especial y dedicarse todo el tiempo a sí mismos. Quienes planean hacer un intercambio de parejas, primero juegan en la fantasía y de esta manera se van preparando para su realización. Otras parejas suelen quedarse en la fantasía y de esta manera enriquecen su vida sexual, sin necesitar pasar a la realidad lo que han imaginado.
Sean del tipo que sean, las fantasías son un elemento que enriquecen la vida sexual de todas las personas. Hay quienes son más ambiciosos que otros, pero todos se imaginan cosas agradables y desean experimentar nuevas situaciones. Quienes se dejan llevar por sus fantasías sexuales para enriquecer su vida intima, logran mayor placer y variedad en sus relaciones. Cuando la pareja se sabe comunicar con franqueza y confianza y se participan sus fantasías sexuales, pueden jugar a que las realizan a través del juego de roles o practicarlas en la realidad si así lo acuerdan.
La mente es el órgano sexual más poderoso y si se fortalece la sexualidad a través de la imaginación y las fantasías, el placer puede llegar a ser infinito y servir para fortalecer y enriquecer el vínculo amoroso de los amantes.

miércoles, 7 de julio de 2010

LOS NIÑOS Y SU SEXUALIDAD.

Guadalajara, Jal. 22 de abril de 2008.


Desde que Sigmund Freud publico sus “Tres ensayos de una teoría sexual” en 1905 y el caso de Juanito “Análisis de la fobia de un niño de cinco años” en 1909, los descubrimientos sobre la sexualidad infantil han corroborado y ampliado los planteamientos del creador del psicoanálisis. No se puede discutir si tienen o no sexualidad los niños, pues es algo evidente y solo quienes no quieren verlo se mantienen ciegos ante las manifestaciones libidinales de los pequeños. Desde la época de Freud muchas personas se han angustiado ante la idea de reconocer que los pequeños tienen deseos sexuales, además de la curiosidad por conocer su cuerpo y el mundo que los rodea. La sexualidad infantil es la precursora de la sexualidad adolescente y adulta y en función de lo sano o patológico que haya sido su desarrollo, será la vida sexual de los adultos. Por eso la importancia de conocer sus manifestaciones.

La sexualidad de los pequeños esta influida por sus padres desde antes de nacer, pues las fantasías y deseos de éstos por tener un hijo o una hija, influirán sobre la identidad sexual genérica de sus vástagos. Si los padres, especialmente la madre, adecuan rápidamente sus fantasías y deseos preconceptivos y previos al parto, a la realidad del sexo biológico de sus hijos, éstos no verán afectado su proceso de identificación sexual, como sucede en los casos en los que hay insatisfacción paterna y materna por el sexo de sus hijos. Una vez nacido el bebé, los padres deben aceptarlo y quererlo tal como es. Si se sienten frustrados porque no es del sexo que ellos deseaban, el pequeño (a) lo resentirá y correrá el riesgo de querer ser del otro sexo desde su infancia, tal como le sucede a Dominique, el niño de la película “la vida en rosa”, que creía que Dios se había equivocado al mandar su alma de niña a un cuerpo de varón.

Los seres humanos desde bebés han sentido el placer que los cuidados higiénicos les proporcionan su madre y sus cuidadoras, pues para limpiarlos y bañarlos los estimulan corporalmente. Si dichos cuidados se realizan con amor y gusto por el pequeño, éste asocia el afecto con las sensaciones corporales y guarda en su memoria la experiencia como placentera. Desde que comienzan a tener la capacidad para moverse libremente y explorar su cuerpo, los niños sienten curiosidad por experimentar tocándose donde mayor placer sienten. Más grandecito, entre los dos y medio y los seis años de edad, él repetirá este tipo de caricias y entrara al mundo del autoerotismo, junto con las fantasías edípicas, consistentes en fantasear con tener un contacto sexualmente placentero con el padre del sexo contrario: el varón con su madre y la niña con su padre.

Los pequeños sienten la curiosidad por saber su origen y preguntan acerca de su vida como un acercamiento temprano al conocimiento del mundo que los rodea. Ellos quieren saber cómo llegaron al seno familiar, en dónde estaban antes, porqué son diferentes los niños de las niñas, cómo nacen sus hermanitos, qué hacen los padres en su recamara y porqué tienen sensaciones muy especiales en su zona genital. Estas dudas las plantean desde los dos años, solo que muchos padres se hacen los sordos y no responden, otros contestan con regaños y rechazo y los menos, que son los más atinados, responden adecuadamente, estimulando el deseo de sus hijos por conocer más de sí mismos y del mundo que los rodea. Los niños que son reprendidos por su curiosidad y exploración sexuales, tienden a ser más inhibidos en la escuela y a reprimir su espíritu epistemofilico, por lo cual tienen problemas con el aprendizaje y el deseo por conocer más de la vida, además de que le pierden la confianza a sus padres.

Además de las preguntas típicas para conocer más su cuerpo y descubrir los misterios de la vida, los pequeños también tienen juegos peculiares, que intentan emular el comportamiento de los adultos. Jugar al papá y a la mamá, al dr y a la enfermera, al maestro y la alumna, son algunos ejemplos. Pero también juegan en solitario a explorar su cuerpo y a disfrutar de las experiencias que el auto contacto les brinda y es así como descubren el autoerotismo que provoca reacciones furibundas en algunos padres y en otros angustia. La realidad es que en todo el mundo y en todas las culturas, hombres y mujeres se han auto explorado y gozado en la infancia, pero el mecanismo de la represión provoca que con el paso del tiempo, los adultos se olviden de que ellos también lo hicieron. Los padres que no lo olvidaron, orientan a sus pequeños para que su autoerotismo lo realicen en privado, sin hacerlos sentirse culpables ni avergonzados por estar vivos y disfrutar con su cuerpo.

Los padres que son consientes de la importancia y valor de una buena y sana educación sexual de su hijos, les responden sus preguntas sin angustiarse, sin pena ni vergüenza, los orientan para que conozcan los misterios de la sexualidad conforme su edad y dudas, les proporcionan libros ilustrados y les muestran con el ejemplo amoroso, que la sexualidad es algo agradable, que tiene que ejercerse con responsabilidad, madurez y conocimiento. Los enseñan a cuidarse y respetarse a sí mismos para que no sean víctimas de abusos por parte de niños mayores o de adultos: parientes, maestros o clérigos. También les permiten el sano ejercicio del autoerotismo sin amenazarlos con castigos divinos o demoníacos y no los hacen sentirse mal por querer disfrutar del placer que les brinda su propio cuerpo. En cuanto a sus deseos edipicos, les ponen límites de manera firme y amorosa, para que aprendan a posponer la satisfacción de los mismos, sin hacerlos sentirse culpables. Las dudas e inquietudes sexuales de los pequeños son un buen motivo para establecer un dialogo, acorde a su edad, sobre lo maravilloso que es el mundo de la sexualidad.

Para saber más: F Dolto. “¿Tiene el niño derecho a saberlo todo?”

EL CUIDADO SEXUAL DE LOS NIÑOS.

Guadalajara, Jal. 4 de abril de 2006.

El abuso sexual infantil ha existido siempre y en todas las culturas. Aunque en la actualidad se denuncia cada vez con mayor frecuencia, con la intención de aplicar las leyes a quienes dañan tan severamente a los pequeños, muchos de estos abusadores de menores no son denunciados porque son familiares cercanos o personas con autoridad sobre la víctima; porque a los padres les da vergüenza hacerlo público, porque las autoridades no son capaces de responder adecuadamente ante estas situaciones y, en la mayoría de los casos, porque los y las pequeñas se abstienen de denunciar al abusador porque éste los y las ha amenazado hasta con la muerte, de tal manera que el pánico los paraliza, permitiendo así que el abusador se aproveche de esto para continuar con sus felonías. Para prevenir estas situaciones no hay nada mejor que enseñar a los pequeños a saberse cuidar y a denunciar a quien sea que intente abusar de ellos.
Los medios de comunicación son uno de los pilares en los que se apoya la sociedad civil para que este tipo de denuncia sea tomado en cuenta y los abusadores sepan que el castigo puede ser ejemplar, también han ayudado a que la población tome conciencia de los riesgos que tienen los niños, tanto en la casa, como en la escuela. Ni siquiera en los colegios religiosos están a salvo de una experiencia tan dañina como el abuso sexual, por parte de quienes se supone deben velar por su integridad física, moral y emocional. Es por eso que se deben tomar cartas en el asunto y estar conscientes del riesgo que corren los pequeños; sin que esto se convierta en una situación de paranoia, hay que estar alertas a la menor señal de que algo pueda andar mal en la conducta y estado de ánimo de los niños. Algunos de los síntomas de abuso sexual son: trastornos en el sueño y en la alimentación, se hacen más huraños y cabizbajos, mojan la cama o se defecan en los calzones, problemas en la escuela, se angustian frente al abusador, lloran sin saber decir el motivo, tienden a auto castigarse, se aíslan de la familia, se sienten malos y alguno empiezan a hablar de la muerte o a preguntar sobre lo que sucede cuando alguien se muere. Manifiestan dolor en la zona genital o en zona anal, a veces hay irritación en las zonas genitales, manchas extrañas en los calzones o las pantaletas deben investigarse con tacto y a fondo. Cualquier síntoma de estos o alguno parecido merecen la atención de la familia y la consulta con el experto si el problema no cede fácilmente o perdura por más de un mes.
Quienes abusan de los pequeños se escudan en el anonimato y emplean su autoridad moral para amedrentarlos y bajo amenazas muy fuertes conseguir el objetivo de manosear o violar a sus víctimas. Son personas que están enfermas de su sexualidad, lo cual no les da derecho a lo que hacen ni los disculpa del daño realizado. Ellos lo saben y por eso amenazan a sus víctimas. Los abusadores suelen ser familiares cercanos, tales como hermanos mayores, primos, tíos, abuelos o los mismos padres, en el noventa por ciento de los casos. El resto, son amistades, maestros o personas cercanas a la familia, que conocen a su víctima y por eso se le pueden acercar e imponer sus condiciones. Algunos abusadores suelen ser muy seductores con sus víctimas, haciéndoles sentirse realmente amados y tomados en cuenta por un adulto. Sin embargo la sobre excitación de que son objeto por parte del abusador los daña en su sexualidad.
Para que los pequeños sepan defenderse de estos riesgos se les debe brindar una buena crianza y una sólida educación sexual, que los provea de confianza en sí mismos y en sus padres, que les dé un conocimiento de lo que si se debe y de lo que no, en materia del contacto con su cuerpo y con terceros y sobre todo que sepan que pueden recurrir a sus padres y a las personas de mayor confianza de ellos, como las abuelas, la madre o algún familiar que no sea abusivo y que los pueda escuchar, defender y comprender.
La educación sexual de los pequeños comprende el enseñarles que, además de los padres, nadie tiene derecho a tocar su cuerpo bajo amenazas, ni a escondidas. Que ellos tienen todo el derecho de denunciar cualquier intento de este tipo, sin hacer caso a las amenazas del abusador. Que cualquier duda al respecto de su sexualidad o de la de otros la pueden manifestar sin ningún tipo de temor. Que cualquier molestia física que tengan en sus genitales la deben decir para que un médico los revise y que no deben avergonzarse por ello. Que si alguna persona, de la índole que sea, les pide tocar su cuerpo o que ellos les toquen sus genitales, deben informarles a sus padres de inmediato, inclusive si ya sucedió alguna vez. Que no deben sentirse culpables si se le castiga al abusador y que a pesar de lo que el abusador les haya dicho, ellos siguen siendo personas valiosas y queridas por sus padres, pues haber vivido una experiencia de abuso sexual no los hace menos. Es muy importante resaltar este aspecto porque muchos niños se sienten devaluados, culpables y malos por haber experimentado una situación de abuso sexual. Los abusadores sexuales suelen hacerles creer que ellos han provocado su deseo y que si los denuncian nadie les creerá lo que dicen, que si acaso les creen, de cualquier manera ellos son malos por haber incitado su pasión. Si a los pequeños (as) se les educa en un ambiente en el que se pueda hablar de su curiosidad sexual sin prejuicios ni falsas morales, ellos aprenderán a cuidarse por sí mismos y a no permitir que nadie abuse de su cuerpo y de su mente. Si acaso alguien lo hace, serán capaces de denunciarlo sin miedos y sin culpas, para que dicha persona reciba el castigo requerido por la falla en el control de sus patológicos impulsos sexuales y de esta manera los pequeños que denuncien los intentos o los abusos sexuales, estarán evitando que otros pequeños (as) pasen por experiencia similares.
Un niño (a) que denuncia a un abusador sexual debería ser tratado como un héroe y no como un delincuente, se le debe agradecer que haya tenido el valor de negarse al abuso o que lo haya denunciado, sin importar el nexo familiar, educativo o amistoso con el victimario. A un niño (a) que haya sido víctima de un abuso sexual, deberá escuchársele, apoyársele y comprenderlo en sus emociones tantas veces lo necesite para elaborar la situación traumática experimentada. En la mayoría de los casos es necesaria la asesoría de un profesional en la salud mental para ayudar a la familia en el manejo de la crisis y en la superación del trauma sexual que deja en todos los involucrados. Cuando la ayuda emocional es recibida a tiempo, los pequeños (as) y sus familias logran restablecer el equilibrio emocional perdido por la mala experiencia sexual.