martes, 20 de abril de 2010

EL SEXO NUESTRO DE CADA DIA.

Guadalajara, Jal. 17 de febrero de 2009.
EL SEXO NUESTRO DE CADA DIA.
La sexualidad humana es mucho más que el simple coito y el deseo de reproducción biológica. La calidad de las relaciones sexuales cambia en cada persona, lugar, época y hasta estación del año, pero lo fundamental sigue siendo lo mismo: el deseo de compartir los cuerpos y tener placer mediante el intercambio sexual y amoroso. Por eso es algo tan cotidiano, como el pan nuestro de cada día.
Algunas personas pueden vivir sin tener relaciones sexuales coitales, pero no es posible vivir sin sexo, entendido éste en su más amplia expresión: el deseo por vivir y trascender con gusto. La sexualidad es algo que al ser humano le permite trascenderse a sí mismo, no solo mediante la reproducción biológica, sino especialmente a través de las experiencias amorosas del intercambio sexual con las otras personas, especialmente cuando se les ama y se les quiere complacer. Nacemos, vivimos y morimos rodeados de la sexualidad. El coito de los padres da origen a los hijos y las fantasías de aquellos influencian sobre las conductas sexuales de éstos, independientemente de su sexo biológico, dando lugar al sexo genérico. Los padres aman a sus hijos en función al sexo de éstos. Ser niño o niña determina en alto grado la aceptación o rechazo paterno y materno con importantes consecuencias para la salud mental y sexual de la persona.
La vida cotidiana está rodeada de sexualidad, el mundo se ve en términos femeninos o masculinos. Se es hombre o se es mujer, hay sillas y sillones, mesas y bancos, zapatos y zapatillas y desde pequeños, los niños aprenden que así es el mundo. Las niñas tienen vulva y los varones pene y testículos a la vista. Las mujeres tienen senos y los hombres barba y bigote, unas usan faldas y vestidos, los otros pantalones y camisas. El sexo está en todas partes y a todas horas, pero ciertos ámbitos culturales, políticos y religiosos pretenden tapar el sol con un dedo y hacer creer a los demás que la sexualidad solo se manifiesta en la alcoba y a oscuras, en demerito de la riqueza emocional y placentera que brinda el ejercicio responsable y maduro de la sexualidad sin mitos, prejuicios ni tabúes.
La sexualidad es algo que antecede al ser humano, pues para que éste exista, se da primero la sexualidad de los padres. Una vez lograda la concepción, las fantasías preconceptivas de los padres influirán sobre la futura vida de la persona. Si el bebé es del sexo biológico que anhelaban los progenitores, éste no tendrá mayores problemas en su proceso de identificación con su rol sexual genérico, pero si el sexo no corresponde a los deseos de los padres o de alguno de ellos y no se acoplan rápidamente para aceptar al bebé con su sexo biológico, sufrirá serias dificultades para tener una adecuada identificación sexual, con el riesgos de sufrir alteraciones en su autoestima y en su salud sexual y mental. La sexualidad es algo que influye y determina las conductas de las personas a lo largo de toda su existencia.
Debido a que la sexualidad humana es muy compleja, ha estado acompañada de mitos y prejuicios perjudiciales para su sano ejercicio a lo largo de la historia. El miedo a lo desconocido ha propiciado que se establezcan reglas de conducta que prohíben hablar de ella, que limitan su práctica sin explicaciones y que provocan serios daños en la salud mental, dando origen a las perversiones y disfunciones sexuales que empobrecen a los individuos en su capacidad de gozar.
Sin la sexualidad, el ser humano no podría trascenderse a sí mismo. Se requiere de ésta para la reproducción biológica, pero también para disfrutar en compañía de la pareja. El sexo nuestro de cada día es algo que las personas experimentan a diario, de una manera u otra todos los seres humanos están influenciados por su sexo y por el de los demás. No se reacciona de la misma manera ante una mujer que ante un hombre. Las féminas son capaces de realizar cosas que los varones no pueden y viceversa, por ello se han asignado ciertos roles laborales y sociales, que con el paso del tiempo han ido pasando a la historia. A pesar de ello, el sexo sigue influyendo en lo que se espera que pueda realizar una mujer o un hombre, de tal manera que logren ser complementarios.
Cuando las personas no pueden desahogar normalmente su sexualidad, se enferman de sexo. Aparecen los abusadores sexuales, los violadores de niños y mujeres, el exhibicionismo, el voyeurismo, las disfunciones sexuales como la eyaculación precoz o la impotencia sexual, la anorgasmia, la frigidez o el coito doloroso, por citar solo algunas de las más comunes. Cuando esto sucede se requiere de orientación profesional y de psicoterapia para ayudar a la persona a rescatar su capacidad libidinal que se he enfermado por tanta represión.
Una sociedad que enferma la sexualidad de sus habitantes mediante la represión, el engaño, el ocultamiento de la información adecuada, de los prejuicios y las amenazas, es una sociedad enferma de amor, que solo procreara individuos frustrados, insatisfechos, enojados y violentos. Es una sociedad en la que la agresión predominará, en demerito de la libido, las manifestaciones amorosas y el ejercicio de una sexualidad responsable, sana y placentera. Las familias y sociedades que comprenden la importancia de informar y de formar a sus habitantes en el sano, responsable y placentero ejercicio de su sexualidad, tienen menos problemas sociales y de salud mental que aquellas que prefieren reprimirlo y/o negarlo. Disfrutar del sexo nuestro de cada día es una necesidad básica y fundamental para un sano, creativo y productivo desarrollo de los individuos.