martes, 20 de abril de 2010

LA INFIDELIDAD: ¿ES INEVITABLE?

Guadalajara, Jal. 29 de enero de 2009.
LA INFIDELIDAD: ¿ES INEVITABLE?
Distintas encuestas hablan de que los porcentajes de la infidelidad, tanto masculina como femenina, rondan o superan el 50%, lo cual quiere decir que una de cada dos personas son o han sido infieles alguna vez en su vida. La infidelidad se entiende como la ruptura del pacto establecido, tácitamente, entre dos personas de que no establecerán relaciones ni amorosas, afectuosas ni sexuales con otra persona. Cuando cualquiera de los dos establece una relación de este tipo sin el conocimiento y el consentimiento de la pareja, existe infidelidad.
La infidelidad suele romper matrimonios y corazones porque resulta traumático para quien sufre de la misma, enterarse de que ya no es la persona más importante para el otro (a). Darse cuenta de que el ser amado no corresponde por igual y que ha decidido establecer relaciones sexuales con un tercero (a) es muy doloroso para la mayoría de las personas, quienes llevadas por la desesperación se deprimen o piden el divorcio al infiel. En un alto porcentaje de casos de infidelidad, las causas son muy variadas y por lo general no existe un solo elemento. Tanto el infiel como la persona engañada, son coautores de la situación, aunque en la mayoría de las situaciones, la persona engañada no atina a reconocer cuál fue su participación en el proceso que gesto la infidelidad. Este proceso inicia con sentimientos de insatisfacción por parte del infiel, que puede o no haber manifestado a su pareja. El hecho es que el infiel ha venido arrastrando frustraciones en la relación que pueden ser de distinta índole, pero siempre afectando el vínculo que lo liga con la pareja engañada.
Cuando se da la infidelidad sexual y amorosa, el problema se ha salido de control y el infiel ha decidió invertir parte de su libido en otra relación, en mayor demerito de la que tenia con su pareja engañada. Por regla general, el infiel se justifica argumentando soledad, incomprensión, agresión, insatisfacción sexual, carencia de valor propio dentro de la relación formal, falta de reconocimiento, etcétera. La persona engañada, cree que es víctima de la mala leche del infiel, sin atinar a comprender que puso su parte en el proceso de la infidelidad. Cuando cualquiera de los dos decide establecer relaciones sexuales con otra persona, está poniendo en riesgo la continuidad de su relación formal y en algunos casos lo hace para romper con ella. Incluso algunos infieles dejan pistas para ser descubiertos y de esta manera ser reclamados y corridos de la relación por la persona engañada. Así se pueden desprender de la relación sin mayores problemas. Otros buscan una relación extraconyugal, porque no son capaces de enfrentar el fracaso matrimonial sin antes tener una nueva relación. La infidelidad se produce como una forma de salir de un matrimonio insatisfactorio. Muchos infieles llegan a sentirse culpables pues la sociedad no acepta estas conductas, además de que ver sufrir a la persona que antes se amo, o peor aún, que se sigue amando, es también dolorosa para el infiel, quien llega a buscar ser castigado por su deslealtad.
Cuando la infidelidad es solamente sexual y el infiel no se involucra afectivamente con la otra persona, el conflicto conyugal se puede resolver relativamente más fácil. De hecho muchas mujeres suelen perdonar una infidelidad sexual, con menor resentimiento, si están seguras de que su pareja no se enamoro de la otra mujer. A los hombres les resulta más difícil perdonar la infidelidad de su mujer, pues la cultura los ha educado para permitirse ser infieles pero no ser cornudos. Con el cambio de conductas sexuales, originado por el acceso de las mujeres al trabajo remunerado, cada vez hay más féminas que le dan salida a sus frustraciones conyugales, siendo infieles. Mantienen la relación conyugal por conveniencias sociales, por los hijos o por la economía, pero establecen relaciones extraconyugales que les resultan sexualmente más satisfactorias.
A las mujeres les resulta más fácil ser infieles que los hombres. Ellas saben ocultar mejor cuando tienen un amorío, los hombres son más obvios y más fácilmente se delatan. Las mujeres pueden haber estado con el amante y aceptar tener relaciones sexuales con el marido y éste no se da cuenta, en cambio si ellos han tenido placer sexual con la amante, difícilmente podrán tener sexo con su mujer: porque no la desean y/o porque no pueden tener varios coitos en el corto plazo. En cambio las féminas son más hábiles para ocultar sus sentimientos cuando se han decidido a ser infieles. Sin embargo, muchas mujeres se involucran afectivamente con el nuevo amante, en cambio los varones lo hacen principalmente por el sexo, el afecto surge después. Por otra parte, ellos reflejan más fácilmente cuando están involucrados en otra relación, pues cambian sus hábitos higiénicos, sus rituales, sus horarios y su manera de arreglarse. Se ausentan sin motivo de casa y suelen ser más descuidados en los detalles que delatan su infidelidad, como los olores, los horarios, etcétera.
La infidelidad puede ser evitada cuando se fortalece el vínculo amoroso y sexual mediante el dialogo, la convivencia cercana y afectiva, cuando la pareja aclara los malos entendidos y cuando unen esfuerzos para salir de sus crisis. Cuando se escuchan ambos en sus necesidades sexuales y amorosas y cuando tienen deseos de complacer al otro por el simple placer de complacerlo (a). También se evita cuando ambos deciden que pueden establecer otros vínculos sexuales o amorosos con la anuencia de la pareja. En estos casos no existe la infidelidad pues no hay el engaño que la define.
Cuando se ha dado la infidelidad, es recomendable buscar ayuda profesional para ayudar a la pareja a restaurar la relación después del daño emocional experimentado. En este auxilio se debe buscar las causas que motivaron la infidelidad y ayudar a la pareja a tomar conciencia de las mismas para evitar su repetición en el futuro. Es importante ayudarlos a reconciliarse y a comprender las motivaciones del infiel, el dolor del engañado (a) y la coparticipación de ambos en el proceso. La infidelidad no debería ser causa de la ruptura conyugal, cuando así sucede, es porque la relación ya estaba deteriorada, solo fue la gota que derramo el vaso.